jueves, febrero 21, 2008

Los Muchachos Perdidos


Mi nombre es Luca. Pongo crema en mi café y miro por la ventana, algunas tímidas gotas de lluvia empiezan a caer. Mientras espero pienso en la voz de Erik, quien por cierto está retrasado. No importa, esta cafetería está abierta toda la noche. Como siempre que nos reunimos para esto pienso en cómo nos conocimos, hace muchos años, en otro país, en medio de la guerra.

Buscaba refugio luego de que la iglesia donde vivía se quemó, es increíble cómo la gente cree que la fe va a protegerlos de la balas, caminaba por la calle y me detuve frente a la ventana de un restaurante. Dentro había soldados y algunos aristócratas. Fue cuando Eric pasó junto a mí, volteó a verme y yo a él. Ninguno apartó la vista, y cuando llegó al final de la calle se detuvo y me hizo una seña. Me acerqué.

- ¿Tienes hambre? –preguntó.

Asentí.

- Ven.

Dimos la vuelta y nos metimos a un callejón detrás del restaurante.

- Va a anochecer –dijo. - Nos esconderemos hasta que cierren.

- Soy Erik.

- Yo soy Luca.

Pasaba de la medianoche cuando entramos. En la cocina ya no había ni sobras. Tomé platos y vasos, Erik bajó al sótano y regresó con restos de pan y queso y una botella con un poco de vino y velas. Después de comer salimos y empezamos a buscar donde escondernos. Encontramos un edificio en ruinas y nos acomodamos dentro. Empezaba a amanecer cuando nos despertó un soldado, nos dijo algo que no entendimos y hubo un silencio, luego golpeó a Erik con su arma en la cara y él cayó al suelo sin sentido, después llamó a más soldados. Apartó su arma y se acercó a mí, cuando intentó quitarme la ropa Erik se levantó, los otros entraron en ese momento y Erik dijo en voz baja:

- Largo.

Terror puro llenó a los soldados quienes salieron dando tumbos unos con otros y con las paredes.

- No sabía que pudiéramos hacer eso –dije.

- ¿Nosotros? ¿Cómo sabes que soy diferente y que eres como yo?

- Sólo lo sé. Desde que me quedé sola he sentido que no soy como la gente a mí alrededor, luego encontré gente que se sentía como yo, un soldado y un político al que no pude acercarme. Y ahora tú.

Desde ese momento nos dedicamos a buscar y aprender. Aprendimos que somos mestizos de elfo y vampiro principalmente con algo de sangre de otras razas y que eso bloquea algunas de nuestras habilidades, porque no somos elfo ni vampiro o alguna otra raza. Estamos en medio de todos. A cambio no tenemos debilidades específicas y podemos hacer muchas más cosas. Erik por ejemplo puede hacer que cualquier se llene de terror, ya sea con la mirada, con su voz o hasta con una sonrisa. Y por cierto aquí viene.

- ¿Quién es él? -me pregunta el muchacho nuevo que ha estado sentado frente a mí.

- Él es Erik, y también es como tú.


Lo accidental es necesario y
lo necesario es así mismo accidental.
Engels



Colaboración de Lizardo Ramírez

No hay comentarios.:

---