lunes, mayo 04, 2009

El exilio (Preludio)

La lluvia azotaba violentamente a la ciudad de los dioses muertos. La madre noche cubría con su gélido manto las viejas y nuevas pirámides de cristal y hormigón de la otrora Tenochtitlán. Pocas criaturas se dejaban seducir por el continuo toque lascivo de las lágrimas de la tormenta, la mayoría de los habitantes se resguardaba en sus inánimes guaridas.

Aún así, las calles no estaban desiertas…

Una figura alta y delgada, ataviada con un largo abrigo gris, caminaba indolente bajo el llanto del cielo. Las calles del Centro Histórico parecían lóbregas y encerraban en sus entrañas grandes secretos y terroríficos misterios a los mortales inocuos que constituían la materia celular de la urbe. Al caminante del abrigo gris parecía no importarle eso. Continuó su paseo por el parque de la Alameda Central desafiando con sus pasos el constante tamborileo de las gotas en el asfalto. Continuó su caminata por toda la longitud de el Paseo de la Reforma, se detuvo un momento ante el edificio de Chemisaad, lugar de reciente mención en las redes sociales de los de su calaña, dados los recientes eventos ocurridos en el país. Se peinó su lacia y mojada melena hacia atrás con la mano derecha y sacudió el agua obtenida hacia la banqueta. Continuó su trayecto, mientras comenzaba a meterse entre las calles, recorriendo una ruta paralela y oscura a la que le ofreciera la arteria principal, hasta llegar a un costado de la sede de las juergas vampíricas en la Ciudad de México, la antesala de un infierno volátil y milenario: The Gorgona’s Laugh. Un par de homosexuales, de los llamados osos, le miraron de reojo y de inmediato fueron sacudidos por un terror intrínseco que los obligó a buscar refugio en el antro de al lado, del cual estaban emergiendo en ese instante. El anuncio de neón del Gorgona’s formaba caprichosos juegos de luz en el líquido celestial que recorría la faz de aquél personaje. El extraño lanzó un largo y profundo suspiro, hurgó entre los bolsillos de su largo sobretodo mientras se resguardaba de la lluvia bajo la protección que le ofrecía la marquesina de donde salieran los dos homosexuales hace un momento. Al fin sacó de sus bolsillos una decrépita pipa y un saquillo de tabaco, tras colocar la mezcla seca en el depósito, tomó una cerilla de seguridad de su otro bolsillo y, tras hacerla arder al rasparla con los dedos, prendió su pipa. Dio una profunda aspiración de aquella materia en combustión y después exhaló una suculenta bocanada de humo, misma que se elevaba desafiando a las nubes sangrantes de la tormenta. El extraño le dedicó una nueva mirada al Gorgona’s y, con una mueca empotrada en su rostro, sonrió satisfecho.

- ¡Ea!... ¡Poeta! – Exclamó una dulce y seductora voz a sus espaldas.

- Luca… - Dijo sin inmutarse el extraño. Dio una inhalación profunda a su pipa y extendió su brazo para proteger con él de la lluvia a la recién llegada. Tras una larga exhalada de humo, le besó la cabeza a la chica. Ella se acurrucó en su pecho y lo miró de frente. Sus grandes ojos, remarcados por el maquillaje oscuro, parecían hechizarlo y engullirlo al mismo tiempo. Tiernamente, le besó en los labios y él se dejó llevar lentamente. El tiempo y el clima parecían respetar ese momento entre ellos. Todo alrededor parecía transcurrir lentamente. Al terminarse el episodio romántico, él dijo: - Es tiempo ya. El momento se acerca, debe… - No terminó la frase dado que ella le silenció poniéndole un par de dedos enguantados en encaje negro frente a la boca.

- Pero aún nos queda un poco de tiempo para malgastarlo como mejor nos plazca.- Luca remató su comentario con un ósculo travieso a media mejilla de él.

- ¿Quieres entrar?- Con un ademán de su cabeza señaló al Gorgona’s.

- No, Eric. Prefiero hacer mi fiesta particular contigo. Además, tengo ganas de caminar bajo la lluvia.

Eric tomó la mano de la chica y ambos se marcharon, caminando tranquilamente, internándose en la oscuridad de las calles y la noche.

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“Por cada infierno que recorro para llegar a tí, tú pones mil más en el camino; por cada beso que busco en tu boca, tu encuentras mil más en dónde posarte; por cada vez que veo la luz en tus ojos, tú escondes mil estrellas para hundirme en la más absoluta oscuridad...”

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