sábado, febrero 21, 2009

Domingo en la noche

¡Qué fastidio tener que verte mañana de la misma manera! Con la misma rutina, con el peso de los días, igual uno que otro. No te ví ayer, ni hoy. ¡Qué carajos!


Después de que el viernes nos cubrieron las sábanas de tu cama horas y horas, ahora pasan ciclos de 48 horas, llenas de abismos y separación. Empieza este proceso paulatino, lacerante, angustioso; empieza a recrearse la soledad que me acompaña, aunque odie su compañía; cuando esto sucede, tengo que salir, sali, salir y correr.


Es como una patología que me asalta cada célula, cada dentrita, me asalta el vacío con sus brazos enormes, largos, helados, y yo quiero fugarme, escaparme para no caer, y finalmente, desplomarme.


No caer como cayó mi hermana, que entre sus manos se le escurrió la vida, y a quien devolvieron a la realidad a base de litio y medalina. Yo prefiero aguantarme un poco y adherirme como un tentáculo más al monstruo citadino. Oigo mi voz interna que activa un mecanismo que apenas susurra: "Métete al metro a buscar contacto físico, véte a La Villa, o a un cine piojo, rósate, confúndete, escapa de tí misma, unifícate, embriágate con todo esto, sal de aquí, vuélvete a tí misma, fúgate del entorno, conforma tu unidad. Robot que duerme a todas horas, fantasma con plomo en las arterias."


La voz me dice todo esto y mi cuerpo mecanizado sin voluntad avanza, y recorre lentos pasos hacia la confusión, para después volver a casa con el corazón punzante y la cabeza hecha añicos; pasan las horas y nda ha cambiado.


Te extraño, irremediablemente haces falta en este espacio para dar sentido a esta bazofia... ¿cómo demonios girar la manivela?; puedo ver tu rostro acabado y pálido, tus labios que se mueven monótonos diciendo: "No tengo tiempo, no me alcanza el tiempo, estoy muy cansado. Tengo que aprovechar, no lo puedo hacer otro día, no lo puedo hacer entre semana." ¡Qué asco! Te escucho y me digo: ¡Estoy harta!... ¡Harta! Harta de bichos indecentes que te comen el cerebro, de aire contaminado, putrefacto y maloliente, malditos bichos que te roban las ganas de vivir, estoy harta de que ignores la magia y la vida se te escurre babosa como clara de huevo entre las manos, se te escurre asquerosamente, se te escurre el tiempo entre tus tres horas de transporte y tu tonto trabajo, después de eso, acabas tan cansado, que lo único que quieres es largarte a dormir.


Qué lástima que entre semana no puedas hacer tus cosas, qué lástima que entre semana ya no puedas sentir, qué lastima que el domingo no tengas tiempo para nada.



Yo tenía reservado un par de días que olían a sexo que entrelazaba las piernas, recorrer tu espalda, besaba tus pantorrillas y llegaba a tus hipersensibles pies. ¿sabes cuántos saben que con los pies se puede hacer el amor? ¿sabes cuántos? Ninguno de estos mas-hombres, nadie en esta ciudad tiene tiempo de averiguar que los pies son sensibles. ¿Sabes cuántos saben que puedes tener un orgasmo con los pies o con las orejas? Por supuesto que no lo sabes, pero... ¿Te gusta?


Tenía preparada una vela encendida, unas sábanas limpias, dulces y poemas, tenía besos en tu sexo y en tu nariz; ahora sólo tengo asco. Ahora sólo tengo cansancio de vivir aquí y conocerte, de mis tres horas diarias de transporte, de no poder hacer nada porque tenemos que trabajar, de llevar en los hombros la fatiga del día. Tengo un enorme coraje por no poder ir al mercado a comprarte claveles, y los martes estamos tan ocupados, que ya no sale el ritual.


El antiguo ritual que propició el No Circula, no podías manejar en tu coche azul; pero eso no importaba, porque entonces yo te iba a visitar, esas eran tardes de estrellas y duendes, llenas de sexo oral, que ahora han sido aplastadas por la negra ciudad. Ahora todo me sabe a mierda. Sólo me espera un lunes vacío, de aburrimiento y hedor, ni siquiera poseo tu recuerdo para refugiarme en él, el peso de tu cuerpo y el timbre de tu voz, tus grandes ojos negros, estoy agotada, ya no puedo respirar, mi sangre está envenenada, mis articulaciones oxidadas.


Traté de escapar al embrujo de la urbe, no he podido, ya no podré, contigo hubiera podido; pero ahora me encuentro sola, absolutamente sola, porque a tí te consumió. Te extraño totalmente.


Mejor me voy al baño a robarle a mi hermana una de sus pastillas, un litio, un emeril...



--------------------------------------------------------------------------------------


Esta historia fue escrita por mi amigo Gerardo Arturo López (q.e.p.d.) por allá de mediados de los 90´s. Hace poco, cuando buscaba los viejos manuscritos de la Casta o los Libros de Hutush, me encontré este cuento mecanografiado por él (¿o por Lizardo Ramírez?). La he transcrito tal cual, salvo un par de correcciones estilísticas. De alguna manera, a pesar de tener casi 15 años de haber sido escrito, me he logrado identificar, no con la protagonista reclamona, sino con el tipo al cual, la cotidianidad lo ha absorbido tanto, que a veces se olvida de lo que es vivir en romance con alguien... Enhorabuena Sr. López. Enhorabuena mi amigo.

No hay comentarios.:

---