En casa nos habíamos acostumbrado a su grito todas la noches. Por eso nos cayó de sorpresa aquella ocasión en que escuchamos estornudos y ruidos de tos. Mi padre fue a buscar un whiskey al sótano y se lo extendió al banshee. Desde entonces disfrutamos de su consideración en sus recorridos por el pueblo.
Y es entonces...
Hace 8 años.