jueves, noviembre 27, 2008

Historia Breve 0010

De regreso al trabajo, tras pasarme de mi hora de comer, me atoré en el tráfico. Maldito tránsito... malditas facilidades de las concesionarias para que cualquier pelagato pueda adquirir un vehículo, maldita corrupción que permite que cualquiera obtenga una licencia para conducir por sólo pagar por ella... Mi mente viajaba por una pléyade de pretextos para justificar mi regreso retrasado. Pensaba en los pendientes que tenía en la oficina, en la nueva portada que debía entregar en menos de dos horas y de la cual no había avanzado mucho por la mañana. En las cuentas por pagar y en la noticia reciente de mi jefa al mencionarme que no se registró a tiempo mi período vacacional y que ésos días de ausencia serían descontados de mi sueldo. Con desgano prendí la radio y busqué una estación de radio... fué cuando me reencontré con una parte de ese lugar feliz al que voy muy de vez en cuando. Todo gracias a la Adicción de Juana, cantando acompañada de rítmicas guitarras "lo que dice Juana"... entonces fue que reparé en ese sol que pintaba de un amarillo pastel las níveas superficies del bus del transporte público que provocaba el atorón del tránsito. Miré el cielo sin nubes y repleto de azul, de ese azul libre que me acompañaba en las largas caminatas por los espacios inmensos y solitarios de aquéllos días en los qu el canto de Juana era novedad... El lugar feliz que rebasó la realidad y pintó de amarillo y naranjalas superficies que gustosas recibín su tintura me escupía a los ojos los vestigios de su existencia. Y la fluídez nula de aquella situación vial pasó a segundo término. Mi propio corazón quizo atesorar el momento y se detuvo en un destello fulminante de amarillo alegre para abrazarlo y prenderse de él. Para siempre. Por siempre.

Y ya nunca llegué a ningún lado.

Quedé feliz... en mi lugar feliz.

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