
Su muñeca fría y gélida expresión en sus labios , me aprisionan entre los recuerdos que en su siniestra se aprietan, es la carta maldita que de mi muerte le avisa, y es mi daga asesina la que a mi lado la lleva y la bendice.
Me he pasado en vida amándole y de su suerte estar pendiente, es de su camino por este lúgubre planeta de lamentos y añoranzas, que la envidia humana nos ha separado y el acto de amor más humano nos ha reunido, es mi falta de cuerpo la que suplió con valentía, al coquetearle a la muerte para ser mi valentina, por y por toda la eternidad.
Y en la muerte a mi lado está, ¡miradla!, que ahora de blancos velos llega, toma mi mano incorpórea y me saluda con el rubor que un ánima enamorada es capaz de regalar, ahora es mi dulce sombrío que sonríe para recibirla en el más allá...