Su primer amor se llamaba Inés. A los doce años,el amor es tan inquietante como aguantarse las ganas de orinar mientras se canta en el coro.
Abel se enamoró de Inés un día que pasó por su calle y la descubrió cepillándose el cabello mientras ella escuchaba a José José en la radio.
En los siguientes doce años, Abel habría de hacer de la imagen de Inés, el modelo de persona amada para toda su vida.
Para Inés, Abel era sólo un chiquillo coqueto, al que admiraba secretamente por su candidez e inteligencia. Pero nunca se lo dijo.
Abel nunca supo cómo conquistar a Inés. Pero se convirtió en su amigo y confidente incondicional. Un amigo que la amaba. Un amigo...
Inés no conoció mejor trato de parte de otro hombre que superara las atenciones de Abel. Sin embargo, jamás lo alojó en su corazón.
Llegar a conquistar a Inés se convirtió en el modus vivendi de Abel. Sin saberlo, trascendió el hecho de enamorarla y se enfocó en la forma.
Conquistar a Inés dejó de ser una meta, para convertirse en su camino, sin importar que lo llevara a ninguna parte.
Pasaron los años y cada quien siguió su propio sendero. Novias venían y novias se iban, pero ninguna llenaba los zapatos de su ideal Inés.
Sin embargo Abel, hacía mucho que había sido olvidado...
Poco a poco, el corazón de Abel perdió candidez y ganó en suplencias. Gracias al internet encontró consuelo en su oferta virtual de porno.
En cada fotografía, en cada pose, imaginaba la cara de Inés. Adivinaba el tacto de su piel en la yema de sus dedos. Sus olores secretos.
Se preguntaba si el sabor de sus labios lo embriagaría de gozo. Y se desquitaba amoroso en otros cuerpos ajenos al objeto de su amor.
Nunca se dió cuenta cuándo pasó del amor sublime al deseo. Fue en ausencia de Inés, que comenzó a imaginar su cuerpo desnudo.
Pasó el tiempo, y la vida siguió su curso. Abel se casó con Jimena, pero todas las noches seguía soñando con Inés.
Y en secreto, seguía recurriendo a la pornografía, para imaginarse lo que nunca sucedió... Hasta que un día la descubrió.
La travesura de algún amante indiscreto de Inés llenó el espacio en blanco para el deleite de Abel.
Gracias a su hábito virtual, conoció hasta el más íntimo detalle de su amada Inés. Desde entonces, hace el amor a oscuras con Jimena.
Desde entonces lleva el corazón completo: le hace el amor a sus recuerdos enmascarando a su presente.
Y Jimena... nunca antes había sido tan dichosa con un marido tan tierno y dedicado. Un dulce amante que le canta la balada de otra luna.
Y todo gracias a Inés... y a su amante indiscreto, que inmortalizó su cuerpo en la red.
Nota: Esta historia fue creada originalmente en Twitter. He respetado su sintaxis original. Cada párrafo tiene 140 caracteres o menos. Fue un buen experimento.
Y es entonces...
Hace 8 años.